La apicultura en Extremadura, más que una actividad

Es un modelo único de producción sostenible, ya que fija la población en el medio rural y contribuye al mantenimiento de los ecosistemas siendo motor económico allí donde se asienta. Extremadura cuenta con la apicultura más profesional de toda Europa, es la segunda región española con mayor número de colmenas y produce el 70% del polen español

No hay miel sin hiel. O lo que es lo mismo, que todo resultado satisfactorio tiene una cuota de sacrificio y trabajo. Y eso es precisamente lo que define al sector apícola extremeño. Un sector que ha luchado por hacerse un importante hueco en el sector ganadero, que se ha venido estructurando y autorregulando durante años, que se desarrolla en zonas que tradicionalmente se han visto desfavorecidas, como las Hurdes, Sierra de Gata, Villuercas-Ibores y la Siberia extremeña, donde son motor económico, y que ahora continúa trabajando intensamente para salvar una situación actual de descenso de producción y una alta mortandad de las abejas, mientras realiza una importante, y a veces poco reconocida, aportación medioambiental, ya que contribuye al mantenimiento de los ecosistemas y la biodiversidad a través de la polinización que realizan las abejas, siendo así un modelo único de producción sostenible.

Extremadura cuenta con un total de 517.017 colmenas, siendo así la segunda comunidad autónoma española con mayor número de colmenas, sólo por detrás de Andalucía. Pero quizás el dato más llamativo es que el 70% de los 1.182 apicultores extremeños son profesionales, lo que representa una situación única en toda Europa, donde la apicultura es más una afición que una profesión.

Esa alta profesionalización de la que hace gala el sector apícola extremeño ha llevado a numerosas medidas que se llevan a cabo en Extremadura, y que desde hace años comienzan a copiarse en otras comunidades, haciendo de Extremadura un referente. Baste como ejemplo que desde el año 2005 es obligatorio en España tener un libro de explotación apícola, algo que las explotaciones extremeñas tienen desde el año 1990.

Un sector que además cuenta con el mayor índice de incorporación de jóvenes, en concreto un 8% anual; con una alta incorporación de la mujer; y con una importante integración, ya que el 60% de los apicultores extremeños están asociados a una de las tres grandes cooperativas de la región: Apihurdes, Montemiel y Sierra Miel, que a su vez están integradas en la cooperativa de segundo grado Euromiel y son socias de Cooperativas Agro-alimentarias de Extremadura.

Estas tres cooperativas se asientan en las tres importantes zonas apícolas con que cuenta Extremadura, localizándose así en Fuenlabrada de los Montes, en la provincia de Badajoz, Hurdes y Gata, en la provincia de Cáceres, donde más de 1.100 familias extremeñas viven de la apicultura. No obstante, las tres presentan importantes características diferenciadoras que las definen. Por ejemplo, la zona pacense produce fundamentalmente miles claras, la de milflores, girasol, mientras que la parte cacereña produce polen y miel oscura, mielato, de encina, roble y castaño, la colmena produce menos kilos que de miel clara.

De este modo, la media de producción anual de cada colmena es de 16 kilos de miel en la provincia de Badajoz y de alrededor de 9 kilos en la de Cáceres, donde además se producen unos 3 kilos de polen por colmena.
Extremadura produce el 70% del polen de España, que es el primer país productor de polen del mundo. El polen extremeño es además muy apreciado en el mercado, debido a las condiciones climatológicas que se dan en la región, en concreto de humedad, frescura y temperatura media, y a la importante presencia de jara, que es una gran productora de polen. Y todo esto es debido a un entorno natural bien conservado y poco alterado medioambientalmente.

Retos del sector

Pero no todo es miel sobre hojuelas en el sector apícola. En los últimos años se ha registrado una caída del 50% de la producción de polen y del 30% en la miel, precisamente debido a que esas condiciones climáticas están cambiando, registrándose en los últimos años primaveras y veranos atípicos.

Además, la mortandad de las abejas es uno de los problemas actuales del sector apícola en la región, si bien se está registrando un notable descenso, toda vez que la media de mortandad estructural se estima en un 10% anual, y en la actualidad hay repuntes que alcanzan el 30% y el 40%.

A esto hay que unir la apertura a las importaciones de miel china, “que ha inundado el mercado y rebajado a la mitad los precios”, explica Ramón Rodríguez, gerente de Euromiel, que se dedica a la comercialización-exportación de miel, polen y cera de apicultores profesionales de Extremadura. Según indica, actualmente entra en España un total de 18.000 toneladas de miel china, una cifra parecida a la que se exporta. “Y la tendencia es al alza, por lo que más aún ahora creemos que la Administración debe poner en las fronteras de entrada controles exhaustivos, los mismos que nos exigen a nosotros”, señala Rodríguez.

"China también produce miel de mucha calidad lo que pasa es que la buena se exporta a Japón, la regular a Alemania y la que no quieren en ningún otro país se vende en España" señala Rodríguez.
Según indica, ya se han mantenido diversas reuniones con el Ministerio de Sanidad para abordar este tema, toda vez que se trata de miel de muy baja y dudasa calidad. “Hay una gran diferencia entre la miel de importación y la que nosotros producimos. Las prácticas ganaderas, la tecnología y las garantías sanitarias no son las mismas”, asegura el gerente de Euromiel, quien añade que "la miel que nosotros exportamos sale a un precio de 5 euros aproximadamente y la miel que entra de China lo hace a un precio de 1,50 euros".

Así, y ante este problema de competencia, el sector lo tiene claro: la clave para mejorar la comercialización de la miel y polen es diferenciarse en calidad. Algo que los apicultores extremeños llevan haciendo desde siempre.

Valor medioambiental

No es lo único que va intrínseco a su trabajo. También lo es su función y aportación medioambiental. “Los apicultores tenemos un importante papel en la conservación del medio ambiente y la biodiversidad, porque muchas plantas acabarían por desaparecer si no fuera por que las abejas las polinizan”, afirma el presidente de la Sectorial Apícola de Cooperativas Agro-alimentarias de Extremadura, Anastasio Marcos, quien resalta así la importancia del programa agroambiental en el que está inmerso el sector.

“Ninguna otra ganadería aprovecha como la apícola los recursos naturales y devuelve los beneficios medioambientales a la naturaleza y también a la sociedad. La apicultura es, sin duda, un modelo único de producción sostenible”, sostiene Marcos.

El presidente de la Sectorial de Apicultura subraya además la profesionalidad del sector, indicando que Extremadura cuenta con la apicultura más profesional de toda la Unión Europea, que ha mejorado su tecnología, ha aumentado los porcentajes de producción, continúa manteniendo sus buenas prácticas y desempeña un importante papel en la conservación del medio ambiente, ofreciendo con todo ello un producto final de gran calidad: la miel extremeña.

Una miel que las cooperativas de la región comercializan a través de Euromiel, una cooperativa de segundo grado, integrada por Apihurdes, Montemiel y Sierra Miel, que exporta miel, polen y cera. La Unión Europea y Japón son los principales destinos de la miel extremeña, mientras que el polen que se exporta a Japón, es para consumo humano y la UE, Israel y Marruecos es para la lucha biológica.

Pero no sólo la comercialización es el eje de Euromiel. También da otros servicios a sus apicultores socios, como son la compra de insumos para realizar la actividad o el suministro de alimento para las abejas a un precio competitivo, ya que es necesario para mantener la colmena durante el invierno con el objetivo de minimizar las bajas durante la invernada. No en vano, Euromiel es el distribuidor para España y Portugal del alimento para abejas Ambrosia.

Asimismo, se encarga de la gestión del programa sanitario apícola de Extremadura, que ha sido calificado como modélico para la Unión Europea por parte del Tribunal de Cuentas de Luxemburgo en una reciente inspección que ha realizó sobre el terreno.

A través de este programa se lucha contra la varroasis, una enfermedad que produce un ácaro que parasita a la abeja y la mata, y contra la que se lucha reduciendo el nivel de infectación en la colmena, ya que es una enfermedad endémica y no hay forma de erradicarla, y cada año hay que aplicar un tratamiento.

Abejas de flor en flor. Una ganadería trashumante

Todas estas características reseñadas sobre el sector apícola extremeño demuestran que se trata de un sector singular y particular, partiendo de la especial y particular ganadería de la que se trata: insectos.

Y como otros tipos de ganadería, la apícola lleva a cabo una práctica que puede parecer insólita en principio, pero que trata de evitar la estacionalidad y contribuir a la profesionalización del sector: la trashumancia.

Los apicultores extremeños llevan sus colmenas allí donde se da la circunstancia puntual de disponibilidad de néctar o polen para las abejas, normalmente los apicultores de Badajoz bajan las colmenas a las provincias de Sevilla, Huelva, Córdoba y Cádiz y los de Cáceres las suben al norte de España principalemente Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria durante los meses de verano.

“También vienen aquí, a Extremadura, colmenas de otras provincias”, explica el presidente de la Sectorial Apícola de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura, Anastasio Marcos, quien justifica esta práctica así: “con una sola floración, el apicultor profesional no puede vivir, por eso cuando ha terminado en nuestras zonas, llevamos las colmenas a otras que se encuentran en floración”.

Algo que se realiza siempre por la noche, entre otros motivos porque es cuando todas las abejas se encuentran dentro de la colmena y es posible por tanto trasladarlas. Cabe reseñar que al tratarse de una ganadería trashumante, las abejas pecorean en otras zonas, es decir, recogiendo néctar de las flores y polinizando la flora, asegurando su continuidad medioambiental y contribuyendo, por supuesto, a la rentabilidad de la actividad del agricultor y del apicultor.

Según los estudios llevados a cabo por la FAO por cada euro que el apicultor se lleva a su casa, la abeja deja en el medio ambiente más de 40 euros, no hay otra actividad agrícola o ganadera que sea tan generosa con el medio ambiente.

Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres. (Albert Einstein)

La apicultura en Extremadura, más que una actividad

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