La apicultura es fundamental para nuestra sostenibilidad y necesitamos medidas que garanticen su continuidad

Entrevista a José Antonio Babiano, presidente de la Sectorial Apícola de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura

¿Cómo se presenta esta campaña para el sector apícola en Extremadura?

La campaña 2017 está siendo una de las más difíciles de las últimas décadas. La práctica totalidad de la cosecha de primavera se ha perdido debido fundamentalmente a cuestiones climatológicas. Tras un mes de abril sin lluvia, los apicultores hemos tenido que suplementar con alimento las colmenas hasta muy avanzada la primavera, cuando lo habitual es aprovechar esa primera cosecha para repoblar la cabaña y extraer mieles claras.

La cosecha de polen también se ha visto muy mermada respecto a campañas anteriores, al igual que la de verano (mieles tipo retama, girasol, eucaliptus…), que también se verá reducida con total seguridad debido a la ola de calor de junio, lo que además está ocasionando la muerte por asfixia de un gran número de colmenas, sobre todo aquellas que trashuman a Andalucía, por las altas temperaturas y la incapacidad de las abejas de mantener constante la temperatura interior de la colonia. Ya se está tramitando un número considerable de siniestros asegurados contra el “golpe de calor” en apicultura en nuestra región.

La parte positiva es la alta demanda y precios de los escasos productos obtenidos, fundamentalmente polen y mieles monoflorales, por la necesidad de abastecer mercados emergentes en terceros países de los productos de gran calidad obtenidos por los apicultores extremeños.

Todo ello se suma a los problemas que ya tiene el sector ¿Cuáles son?

Por desgracia el sector se encuentra actualmente ante retos enquistados ya en el tiempo y otros nuevos de reciente aparición. A los consabidos problemas sanitarios, con la varroatosis a la cabeza de todos ellos, y de mercado por la importación masiva de mieles y polen de países terceros muy por debajo de los propios costes de producción de nuestros apicultores, se unen la amenaza de la llegada a nuestra región de un nuevo predador: la Vespa velutina o avispa asiática. Ya está por toda la cornisa cantábrica y Portugal y se han detectado algunos ejemplares en Extremadura e incrementará los daños que ya sufre la apicultura por el abejaruco.

Los pesticidas, el síndrome de despoblamiento de las colmenas (CCD), las trabas a la trashumancia, el cambio climático, etc. completan la problemática actual de la apicultura extremeña y nacional.

¿Qué solución hay?

Casi todos los problemas que afectan a la apicultura son multifactoriales e interdependientes de múltiples factores, por ello las soluciones son complejas y nunca a corto plazo.

Los problemas sanitarios no son exclusivos de los apicultores extremeños y queda mucho por recorrer, a pesar de que se está investigando mucho y bien al respecto y se han conseguido algunos retos importantes como la prohibición de uso de algunos insecticidas muy tóxicos para las abejas en la UE o la sensibilización de las autoridades a todos los niveles de la problemática de la pérdida de polinizadores a nivel mundial.

La implicación de todos, la dotación presupuestaria suficiente para paliar los daños ocasionados, la mejora del seguro apícola, la investigación aplicada al sector y el fomento del consumo de los productos regionales y nacionales son algunas medidas imprescindibles para garantizar en las próximas décadas la continuidad de un sector fundamental para la sostenibilidad.

Hablaba de la alta mortandad de las abejas ¿se conoce ya la causa?

A pesar de que se ha investigado mucho y se sigue haciendo para determinar cuáles pueden ser las causas, todo parece apuntar a que se trata de un proceso multifactorial provocado por pesticidas, virus, parásitos, déficit alimentario, etc.

¿Se puede solucionar entonces?

Es un proceso más o menos repentino y muy variable en su virulencia, porque no afecta por igual en todas las campañas. Influyen muchos factores y poco puede hacer el apicultor más allá de mantener las colonias en el mejor estado sanitario posible, evitar el déficit nutricional de las mismas en determinadas épocas, principalmente otoño, y realizar un manejo adecuado. Es un problema sin solución a corto-medio plazo y que sin duda se ve agravado por el cambio climático, para el que nuestras abejas son especialmente sensibles.

¿Y sobre las trabas a la trashumancia de colmenas?

El apicultor extremeño tiene en la trashumancia su principal actividad apícola. Andalucía, Castilla-León y Castilla-La Mancha son sus principales destinos, para que Extremadura pueda cosechar y comercializar mieles de naranjo, romero, etc. no producidas en nuestra región, lo que permite además diversificar la producción y extraer varias cosechas en la misma campaña. Es la única forma de garantizar el mantenimiento de la renta del apicultor. Pero nos estamos encontrando numerosas trabas burocráticas en forma de requisitos, tasas y ordenanzas municipales por parte de ayuntamientos en zonas tradicionalmente receptoras de colmenas extremeñas, posiblemente con afán recaudatorio o bajo la falsa apariencia de la defensa de los apicultores locales no profesionales.

Este tipo de medidas perjudican claramente al apicultor profesional, que es mayoritario en Extremadura, y van contra lo que establece el marco normativo que regula la apicultura, el Real Decreto 209/2002 por el que se establecen normas de ordenación de las explotaciones apícolas.

Desde el sector somos conocedores que se está debatiendo en este momento sobre una posible Ley de Protección de la Trashumancia y es ahí donde los derechos de los apicultores profesionales deben quedar amparados.

¿Qué retos tiene entonces por delante el sector apícola extremeño?

Diversificar la producción derivando hacia productos más demandados y diferenciados, potenciar la producción de mieles monoflorales y certificando esa calidad que sin duda tienen nuestros productos y que además son reconocidos. Además, es fundamental la apertura de nuevos nichos de mercado, más específicos y fuera de los canales convencionales de comercialización.

El sector está bien estructurado y unido, lo cual supone un gran paso para conseguir un etiquetado facultativo de la miel a nivel europeo acorde con lo que el consumidor demanda y que establezca claramente cuál es el origen de la misma, consiguiendo una tipificación y normativa específica de las mieles monoflorales que evite el fraude. También conseguir que se eliminen las trabas a la realización de la trashumancia por parte de los apicultores profesionales y que de todos los estamentos políticos y sociales se conciencien de la importancia de preservar a la abeja, cuya labor medioambiental aún no está lo suficientemente valorada.

Y respecto a ese mercado ¿la comercialización de nuestra miel es buena?

Todo es mejorable. Si bien es cierto que las mieles y el polen extremeño gozan de una muy buena consideración en los mercados internacionales, nos encontramos circunscritos al mercado europeo y hay otros muy interesantes como EEUU, Corea, Japón, Israel o Argelia, donde nuestros productos encajan perfectamente y donde además existe una demanda creciente de los mismos. Por ello, estamos trabajando en la actualidad para acceder directamente a esos mercados.

A nivel regional, hace poco fue reconocida a nivel europeo la DOP miel Villuerca-Ibores y esperemos que no sea la única, que pronto podamos contar con alguna certificación de calidad más en nuestra región.

La apicultura es fundamental para nuestra sostenibilidad y necesitamos medidas que garanticen su continuidad

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