El sector hortofrutícola y el citrícola necesitan repercutir el encarecimiento de sus costes para seguir siendo viables

FEPEX, CGC y Cooperativas Agro-alimentarias de España advierten que la situación con la guerra de Ucrania se ha agravado porque las sanciones a Rusia y la depreciación del rublo han conducido a desviar la producción de Marruecos, Egipto o Turquía hasta saturar el mercado de la UE.

Los costes de todos los inputs de la industria de manipulado de frutas y hortalizas –luz, gasóleo, madera, cartón o plásticos para los envases e incluso salariales, por la reforma laboral y subidas del SMI- se han disparado en el último año. Su crecimiento se ha acelerado, de hecho, desde comienzos de 2022, meses antes de la guerra de Ucrania. El conflicto bélico, además, ha agravado esta dinámica de aumentos sucesivos en los costes, ha generado ya una situación de sobreoferta y terminado de hundir los precios en la UE. Si bien hay partidas de gasto que acumulan aumentos de tres dígitos, como la energía -en más de un 150%- la subida media en el último año para los almacenes de confección se estima que es superior al 30%. La Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (FEPEX), el Comité de Gestión de Cítricos (CGC) y Cooperativas Agro-alimentarias de España, coinciden en el diagnóstico: el sector sufre un grave problema de competitividad porque no es capaz de trasladar mínimamente a sus precios, ni en España ni en la UE, esta escalada sin precedentes en sus costes.

Efectivamente, en el último dato del IPC de febrero, las frutas frescas (incluidos cítricos) y las legumbres y hortalizas fueron rúbricas que se situaron en la parte más baja de las subidas, con aumentos anuales del 6,2 y el 5,2%, respectivamente. Estos cultivos tuvieron un comportamiento similar al del resto de alimentos no procesados, pero a cierta distancia de otros como el café/cacao (7,6%), la leche (8,8%) y, sobre todo, de aceites y grasas (28,1%). De hecho, mientras que la media del índice de los alimentos sin elaboración se situó en un 5%, el de los bienes industriales se disparó hasta el 15,9%, el de los carburantes y combustibles lo hizo un 26,9% y el de los productos energéticos llegó hasta un 44,3%. En febrero fue la crisis energética la que disparó el IPC hasta el 7,6%, no los alimentos y menos aún las frutas y hortalizas. El indicador adelantado de marzo –que registró un alza anual histórica del 9,8%- se debió también a las subidas disparatadas de la electricidad, los carburantes y, en menor medida, de los alimentos y bebidas no alcohólicas. Las tres organizaciones atribuyen esta última subida a los fallos en el suministro y a las graves alteraciones en la cadena producidas por el largo paro del transporte, que afectaron a la oferta.

En el mercado exterior, las cosas no han ido mejor. Según los últimos datos disponibles, en el primer mes del año el tonelaje de frutas (incluidos cítricos) y hortalizas exportado subió un 1% (1,2 millones de Tm) y un 3% en valor (1.530 millones de euros). El cociente entre ambos parámetros arroja un precio un 2% superior con respecto a enero de 2021. Cifras pues que, ya en enero, resultaron insuficientes para cubrir los costes debido a su espectacular incremento.

Y la situación, tanto en el mercado doméstico como más aún en el europeo, se ha agravado con el estallido de la guerra en Ucrania.  Las sanciones aplicadas por Occidente al régimen ruso, el veto a entidades bancarias y la cancelación del sistema Swift de pagos para algunas de ellas han provocado una depreciación del rublo galopante, situación que cuestiona cualquier transacción con el gigante asiático. Así las cosas, desde comienzos de marzo se sufre en la UE una sobreoferta cada vez más evidente. Las frutas y hortalizas y los cítricos que tenían por destino el mercado ruso, ante las dificultades de cobro y las evidentes complicaciones logísticas, por ejemplo, en el Mar Negro, están siendo reorientadas en masa hacia Europa. Rusia importó 1,7 millones de Tm de cítricos en 2021 y otros 3,9 millones de plátanos, manzanas, fruta de hueso, uva de mesa… Buena parte de ese tonelaje, exportado a aquel destino fundamentalmente por Turquía, Egipto, Marruecos, Grecia o Israel podría acabar, está acabando ahora, en el viejo continente.

“Es evidente que ni la gran distribución española ni la europea están aplicado a sus precios el histórico aumento de costes sufrido por el sector de manipulado y comercialización de frutas, hortalizas y cítricos. Somos sus mayores y más seguros proveedores, los que mejor servicio garantizan, el más ajustado, no ya a la regulación europea sino a las certificaciones privadas de esas grandes cadenas, por lo que en una situación tan complicada como ésta, sólo pedimos mayor sensibilidad. Unos céntimos de euro más en el PVP de las frutas, las hortalizas o los cítricos no dispararán la inflación y sí servirán para salvar miles de puestos de trabajo”, coinciden en señalar tanto el director de FEPEX, José María Pozancos como la presidenta del CGC, Inmaculada Sanfeliu y el presidente del sector de frutas y hortalizas de Cooperativas Agro-alimentarias de España, José Antonio González.

El sector hortofrutícola y el citrícola necesitan repercutir el encarecimiento de sus costes para seguir siendo viables

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